El otro día, tuve un discurso interesante con una clienta mía. Es ua persona que conlleva tantos enfermedades crónicas que casi ya no se distingue la persona de su traje de síntomas.
La hablaba del hecho que las síntomas son nada más ni menos que los mensajes del cuerpo. Sus dolores y debilidades son gritos de ayuda. ¿Escuchamos los gritos, o los ignoramos? La elección clave es si la mente decide oír el cuerpo, ó no.
Me dijó, ¿pero como se puede hacer eso?
Mi respuesta: Se llama voluntad, cariño. La voluntad es lo que nos permite seguir el buen camino sin desviarnos hacía vicio y la pereza. Aplicando la voluntad, permitimos que pasan los cambios fisiológicos necesarios para limpiar el organismo. Es decir, “si me puedo quedar seis días sin comer tarta, ó comiendo una gran ensalada al mediodía o tomando té verde en vez de café, mi cuerpo tiene posibilidad de desintoxificarse.” Queremos llegar a un punto donde el cuerpo está realmente limpio y fuerte.
El mundo moderno del consumismo está construido para quitarnos la voluntad. La tentación está de todos lados. Los anuncios son tentaciones puras y duras. Requiere mucha voluntad resister la llamada del mundo del consumismo. Me refiero en particular aqui al consumo excesivo de comida basura. El problema es que nosotros no tenemos la voluntad para resistir los gran arcos dorados del peligroso payaso vendiendonos sus venenos.
Os digo, entonces, aplicad vuestras voluntades hacia la salud, la plenitud y la felicidad. Pregunta constantamente -¿eso de verdad me hace bien? Tampoco seais egoistas. Se puede aprender a gozar tanto en la felicidad de los demás como en nuestra própria felicidad.
Elecciones sanos nos conllevan a otras más elecciones sanas. Buenas decisiones traen otras buenas decisiones y además, buen auto-estima. Cuando valoramos a nosotros mismos, somos más capaces de regalarnos los mejores auto- cuidados y mimos.
Se llama voluntad, cariño. Pruebalo.
Os deseo la mejor salud.