He tenido el gran placer de conocer a Luis, el director de la ONG Fundación Dharma y Dharma Travel, ayer en el Festival de Yoga 21J. Me parece que hacen unos trabajos muy dignos y importantes en la India, en Vrindavan, el pueblo nativo del Señor Krishna. Organizan viajes a la India, y dan de comer a más de 4000 personas al día. Tienen un temple en Monóvar, cerca de Elda, en la provincia de Alicante, España, donde enseñan el Bhakti Yoga, hacen ceremonias de fuego y honran los días festivos indúes.
El vínculo entre la religión indú y el yoga existe, claramente. Sin embargo, no es necesario tener ningún creencia religiosa para poder prácticar el hatha yoga. Pienso que cuando entramos en el Astanga Yoga – con todos los ocho miembros presentes en nuestra práctica, es ligeramente más difícil separar el yoga del induismo.
Quienes me conocen saben que el mantra es lo mío. He hecho todo una sanación a través del mantra, sobre todo el Gayatri. Pero, claro, cantar mantras sanscritos casi siempre significa nombrar dioses del pantheón Indico. Los mantras bija son menos “religiosos” y se considera que actuan directamante sobre los nadis y los granthis del cuerpo físico (piensate en los meridianos y puntos de acupuntura de la madicina china). Pero, el rítmo de los mantras sanscritos me llama más la atención. O mejor dicho, me ayuda más a orientar la mente en una sola dirección durante un tiempo determinado.
Pero no soy indú.
Hay todo un discurso hoy en día sobre lo que se denomina “cultural appropriation”, en inglés. Es el neo-colonialismo cultural. No sé que pienso de eso. Creo que el futuro de la humanidad reside en mezclar todas nuestras culturas para creer algo pan-humanista. No quiero ofender a nadie cantando unos mantras a Krishna, lo veo inofensivo.